En áreas tradicionalmente mal comunicadas, como el Bajo Aragón y la provincia de Teruel, los desplazamientos y viajes a pie o en caballerías fueron absolutamente habituales hasta los inicios del siglo XX. Los caminos de herradura predominaron en los siglos pasados sobre los caminos carreteros, especialmente en zonas de orografía complicada. A pesar de que las huellas de estas antiguas sendas son menos evidentes que las dejadas por el paso de carruajes, todavía se conservan sobre el terreno algunos claros indicios de su trazado.
Algunas noticias sobre las antiguas comunicaciones en el Bajo Aragón
No hace tanto tiempo, menos de un siglo, el medio de transporte habitual en el Bajo Aragón seguía siendo prácticamente el mismo que el de época romana. El prehistoriador catalán Pere Bosch Gimpera en un artículo lleno de ironía publicado en México poco años antes de su muerte cuenta que el viaje de Barcelona a Calaceite (Teruel) en 1914 era “com fer una expedició a un país exòtic”. Aunque el transporte de Barcelona hasta Tortosa ya se realizaba entonces en tren, a partir de esta localidad hasta Calaceite (unos 60 kms) el viaje se hacía en carro o tartana en unas 10 horas, con al menos dos transbordos intermedios. El propio Bosch Gimpera comenta que este tipo de transporte era tan habitual en esa época que hasta el mismo presidente de la entonces Mancomunitat de Catalunya, Josep Puig i Caldalfach, prometía en la Asamblea: “Volem que el carro arribi a tots els pobles de Catalunya” (Bosch-Gimpera 1969, 151).
Bella fotografía de la Plaza del mercado de Alcañiz con caballerías y carros realizada por el arqueógo Juan Cabré hacia 1910. Fototeca del Patrimonio Histórico. Cabré- 5195 |
Si esto ocurría a principios del siglo XX es evidente que en épocas anteriores las vías de comunicación en las zonas rurales de interior eran todavía más deficientes. El sacerdote alcañizano Nicolás Sancho se quejaba en 1881 de que la provincia de Teruel era la más atrasada de España en materia de caminos ya que hasta mediados de ese siglo no existía ninguna carretera general de primer orden en toda la provincia y apenas 12 kilómetros de carreteras de segundo orden (Sancho 1881, 15). Este mismo desolador panorama queda de manifiesto en el diccionario de Pascual Mádoz editado en 1845 cuando se menciona que “por la parte oriental y occidental de la ciudad (de Alcañiz) se encuentran caminos carreteros en malo o mediano estado: los demás que se hallan en el término son comunales y la mayor parte de herradura” (Madoz 1845, 416).
"Croquis que manifiesta la posición de la Ciudad de Alcañiz" de 1821 en el que se sitúan caminos y senderos de acceso a la ciudad. Centro Geográfico del Ejército. |
A pesar del mal estado de los caminos en el Bajo Aragón se seguían realizando cotidianamente transportes de mercancías y desplazamientos y viajes siguiendo itinerarios y tiempos algunos de los cuales están perfectamente documentados. Así, en 1868, el viaje desde la localidad turolense de Beceite hasta Vitoria (unos 400 kms) para el transporte, mediante caballerías, de hojas de cartulina para la elaboración de naipes en la fábrica de Heraclio Fournier se realizaba en 17 días (Lozano 1999, 124), lo que significa una media de unos 24 kms diarios.
En los interesantes diarios del botánico bajoaragonés José Pardo Sastrón (1822 - 1909) se ofrece una valiosa y detallada información sobre el estado de las comunicaciones y los transportes en el Bajo Aragón durante el siglo XIX. Por ejemplo, el viaje en 1849 de los quintos de Valdealgorfa y sus familiares a la ciudad de Teruel (unos 170 kilómetros) se realizaba tras tres días y medio de largas caminatas de hasta 13 horas diarias con pernoctaciones en posadas o casas particulares de Alcorisa, Palomar y Alfambra. En ese mismo año el viaje de Alcañiz a Zaragoza (unos 100 kilómetros) podía realizarse en tan solo 17 horas utilizando un “galerín” o carruaje de caballos que salía de Alcañiz a las 2 de la mañana y, tras dos paradas para comer y cambiar el tiro caballerías en Samper de Calanda y Quinto de Ebro, llegaba a Zaragoza a las 7 de la tarde. El viaje de Valdealgorfa a Barcelona (unos 220 kilómetros) podía realizarse en tres o cuatro días gracias a la diligencia que partía diariamente de Reus hasta donde había que llegar forzosamente a pie tras caminar más de 100 kilómetros (De Jaime 2006, 316).
Estampa típica de un pueblo bajoaragonés en pleno siglo XX con caballerías transportando gavillas de cereal. |
En los interesantes diarios del botánico bajoaragonés José Pardo Sastrón (1822 - 1909) se ofrece una valiosa y detallada información sobre el estado de las comunicaciones y los transportes en el Bajo Aragón durante el siglo XIX. Por ejemplo, el viaje en 1849 de los quintos de Valdealgorfa y sus familiares a la ciudad de Teruel (unos 170 kilómetros) se realizaba tras tres días y medio de largas caminatas de hasta 13 horas diarias con pernoctaciones en posadas o casas particulares de Alcorisa, Palomar y Alfambra. En ese mismo año el viaje de Alcañiz a Zaragoza (unos 100 kilómetros) podía realizarse en tan solo 17 horas utilizando un “galerín” o carruaje de caballos que salía de Alcañiz a las 2 de la mañana y, tras dos paradas para comer y cambiar el tiro caballerías en Samper de Calanda y Quinto de Ebro, llegaba a Zaragoza a las 7 de la tarde. El viaje de Valdealgorfa a Barcelona (unos 220 kilómetros) podía realizarse en tres o cuatro días gracias a la diligencia que partía diariamente de Reus hasta donde había que llegar forzosamente a pie tras caminar más de 100 kilómetros (De Jaime 2006, 316).
"El invierno" de Goya (1786) representa las duras condiciones de los caminos de herradura. Museo del Prado. |
En 1593 el viaje en carruajes desde Zaragoza a Alcañiz (unos 100 kms) por parte de un pequeño grupo de religiosas dominicas para fundar un nuevo convento en esta última ciudad se realizó en tres días haciendo noche en las localidades de Fuentes y de Híjar (Zapater 1704, 506), es decir, cada 33 kms aproximadamente. Sin embargo, 65 años antes, en 1528, el mismísimo rey Carlos V y su séquito se desplazaron en una sola jornada desde Morella hasta Alcañiz recorriendo unos 80 kms, siguiendo el antiguo camino del río Bergantes por Calanda (Taboada 1898, 172).
El emperador Carlos V recorrió en 1526 en una sola jornada el camino entre Morella y Alcañiz. Tiziano, "Carlos V a caballo en Mühlberg". Museo del Prado |
En líneas generales, se constata que lo habitual en los desplazamientos y el transporte por tierra en los últimos siglos se realizaba a pie o a lomo de caballerías mediante jornadas de unas 8 horas (aunque dependiendo mucho de la topografía del terreno y de la época del año) en las que podían recorrerse distancias de entre 25 y 35 kilómetros diarios aproximadamente.
Detalle de un plano de las inmediaciones de Alcañiz de 1811 con indicación de senderos y caminos. Centro Geográfico del Ejército. |
Los caminos de herradura del Bajo Aragón y su huella sobre el terreno
Los caminos de herradura, denominados sendas o senderos en planos antiguos, fueron habituales y predominantes en el Bajo Aragón hasta bien entrado el siglo XX. La denominación “de herradura” para estos caminos viene dada por su asociación con el paso de équidos (mulas, burros, asnos, yeguas, caballos..) siendo apto para el uso de estos animales pero no para el de vehículos o carros. El trazado de los caminos de herradura solía ser el más corto y directo entre dos poblaciones o lugares pudiendo discurrir por zonas de complicada orografía y fuertes pendientes así como cruzar ríos y arroyos mediante pequeños vados. Su mantenimiento era mínimo y su buen estado dependía sobre todo de la frecuencia de su uso.
Camino de herradura con surcos no paralelos en las inmediaciones de Alloza (Teruel) |
En el Bajo Aragón, a pesar de la constante y creciente transformación del paisaje y del medio natural, es posible detectar huellas de antiguos caminos de herradura (del mismo modo que los carreteros) sobre los abundantes afloramientos rocosos de arenisca, también denominados en geología como “paleocanales”.
Otra vista del camino de herradura de las inmediaciones de Alloza con surcos no paralelos (Teruel) |
Así, en las inmediaciones de muchas localidades de esta zona se observan sobre los lechos de arenisca unos curiosos desgastes en la roca, a modo de una única rodada (o más de una, pero nunca paralelas) que parecen haberse producido por el constante paso de caballerías. En efecto, el modo de andar de estos cuadrúpedos se realiza poniendo una pata delante de otra siguiendo casi siempre un mismo itinerario en su camino, de manera que, con el constante paso de pezuñas y herraduras, acaban desgastando la roca y creando un único surco con una anchura que no suele sobrepasar los 30 cms. y una profundidad habitualmente inferior a 20 cms.
Presentamos documentación gráfica sobre algunos ejemplos claros de este tipo de surcos pertenecientes a antiguos caminos de herradura conservados en los términos municipales de Cretas, La Fresneda y Alloza, entre otros. Posiblemente una observación detallada del terreno, y especialmente de la superficie de las zonas rocosas, permitirá ampliar muy pronto la nómina de este tipo de huellas de antiguos caminos que parecen haber pasado desapercibidas para la investigación arqueológica o etnográfica.
BIBLIOGRAFIA
Bosch-Gimpera, P. 1969: “Excavacions arqueologiques al Baix Aragó”, Xaloc nº 32, México, 150-155.
De Jaime, J. Mª. 2006: Los “diarios” de José Pardo Satrón (1848-1909), Torrecilla de Alcañiz.
Lozano, J.C. 1999: “Las fábricas de papel de Beceite (Teruel)”, Artigrama nº 14, 109-133.
Madoz, P., 1845: Diccionario Geográfico – Estadístico – Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo I. Madrid.
Sancho, N. 1881: Una ojeada retrospectiva y de actualidad sobre las carreteras y vías férreas del Bajo Aragón. Barcelona
Taboada, E.J., 1898: Mesa Revuelta. Apuntes de Alcañiz. Alcañiz.
Zapater, P.J., 1704: La Thesorera rescatada y vengada de las injurias del tiempo. Manuscrito inédito, copia mecanografiada en la Biblioteca de Alcañiz.