La ciudad de Alcañiz fue sitiada por las tropas carlistas a lo largo del siglo XIX hasta tres veces (en 1838, 1847 y 1874) sin que ninguno de estos asedios llegara a tener éxito. En mayo de 1838 tuvo lugar el primero de ellos a cargo del general Cabrera. La documentación de la época describe con detalle el fallido intento de la toma de la ciudad.
La expansión del dominio carlista en Aragón
En enero de 1838 las tropas carlistas del general Cabrera controlaban la práctica totalidad del extenso territorio del Maestrazgo teniendo sus principales plazas y fortificaciones en Morella, Cantavieja y Beceite. El día 5 de marzo de ese año el ejército carlista llegó incluso a lanzar un inesperado ataque sobre Zaragoza que consiguió ser repelido por las fuerzas nacionales gracias al decisivo apoyo de la población local, claramente partidaria de la princesa Isabel.
El cinco de marzo de 1838 las tropas carlistas asaltaron por sorpresa la ciudad de Zaragoza. |
No obstante, el general Cabrera, consciente tanto de su aislamiento como de la importancia de sus propios recursos, continuó por el Bajo Aragón su expansión militar tomando pocas semanas después las plazas de Calanda, Alcorisa y Samper de Calada y asaltando, sin éxito, las localidades de Alcañiz y Caspe (Rújula 1995, 109).
Retrato del general carlista Ramón Cabrera |
El asalto de Alcañiz
Poco años después de finalizada la primera guerra carlista se editó en Madrid una interesante obra que bajo, el título “Historia de la guerra última en Aragón y Valencia”, daría a conocer con detalle los numerosos episodios sucedidos en ese territorio (Cabello, Santacruz y Temprado, 1846). Entre los numerosos acontecimientos bélicos de la época se describe el asedio de Alcañiz que transcribimos íntegramente:
“En la noche del 1º de Mayo (Cabrera) circumbaló la población, se posesionó en el Cabezo del Cuervo y emboscó la mayor fuerza en los olivares por si intentaba la guarnición alguna salida. En la (noche) del 2 colocó la artillería a la falda del Cabezo en la pierna del Resalado contra el convento de San Francisco, y al día siguiente jugaron todas las piezas.
Quinientos tiros de bala y muchas bombas y granadas destrozaron el Convento y dejaron abierta una ancha brecha que cerraron los defensores durante la noche; pero al amanecer repitieron los disparos, y en la noche del 4 se desplomó una parte y sepultó un oficial y dos soldados.
Cabrera aprovechó esta coyuntura e introdujo en el convento medio batallón conducido por un fraile que había vivido en él muchos años, y por el igualmente práctico el cabecilla Bosque.
Detalle de un plano de la ciudad de Alcañiz en 1847. Abajo, a la derecha, la iglesia y convento de San Francisco. |
Los Nacionales y guarnición conocieron cuanto perdían sino desalojaban a los facciosos, y volaron a reconquistar el convento. Dentro de los claustros se trabó un reñido combate que duró ms de una hora y en cual murieron cinco Nacionales y dos soldados, hasta que el teniente del Provincial de Burgos, D. Miguel Antón y el Sargento de Nacionales de Beceite, D. Domingo Foz, se pusieron a la cabeza de la tropa y Nacionales y con la espada y puñales en la mano, los echaron fuera dejando muertos al fraile y otros facciosos e hiriendo a la mayor parte.
Mientras eran rechazados del convento, otro batallón acometía por el Carmen y hasta llegó poner las escalas para el asalto, pero fue igualmente escarmentado por el nutrido fuego de los sitiados.
Vista de Alcañiz en 1847 desde el Este, pocos años después de la primera guerra carlista. Se aprecia el recinto amurallado de la ciudad con sus caminos y puertas de acceso. |
Al día siguiente y cuando ya (Cabrera) levantaba su artillería por la venida del General Oraá intimó la rendición, pero sus defensores no la contestaron.
Alcañiz dio el primer Cabecilla de las facciones (1) y dio algunos facciosos durante la guerra pero dio también una Milicia valiente y entusiasta; y el vecindario sufrió con una resignación admirable todas las privaciones y calamidades, porque le hicieron pasar un bloqueo de dos años, y todas las atrocidades de Bosque y de Cabrera”. (Cabello et al. 1846, 51-53).
Excelente documento gráfico del principios del siglo XX con la iglesia y convento de San Francisco, en primer término, donde se encontraba una de las puertas de acceso a la ciudad. |
Otra imagen de principios del siglo XX de la zona por la que tuvo lugar el asalto carlista de las tropas de Cabrera. Se aprecia con claridad el convento de San Francisco a la izquierda. |
El bloqueo de la ciudad y el final de la primera guerra carlista
La ciudad de Alcañiz, tras el fallido intento de asalto, permanecería bloqueada y aislada hasta el final de la primera guerra carlista. El general Cabrera siguió, no obstante, con su política expansiva combatiendo contra los liberales en Maella y llegando a ocupar todo el territorio hasta la cuenca del Jalón y Calatayud. A pesar del Convenio de Vergara, firmado en agosto de 1839 y considerado por Cabrera como una traición, el conflicto entre carlistas y liberales se mantuvo durante un tiempo en Aragón, Valencia y Cataluña. Finalmente Cabrera, cada vez más aislado y acorralado por las fuerzas gubernamentales, perdió en los primeros meses de 1840 las decisivas plazas de Cantavieja y Morella y huyó enfermo a Francia en julio de ese mismo año.
Bella imagen del interior de la iglesia de San Francisco a principios del siglo XX cuando todavía conservaba su carácter barroco |
Tan solo seis años después tendría lugar una nueva insurrección carlista y de nuevo la guerra volvería a asolar las maltrechas poblaciones del Bajo Aragón y el Maestrazgo.
Campamento de la primera guerra carlista. Pintura de A. Ferrer Dalmau. |
Notas:
(1) Los autores se refieren a Joaquín Capapé, también conocido como el Royo de Alcañiz, quien se convertiría en el jefe principal de la insurrección carlista durante el trienio liberal (1820 – 1823 ) en el Bajo Aragón.
BIBLIOGRAFIA
Cabello, D. F., Santa Cruz, D. F. y Temprado, R.Mª, 1846: Historia de la Guerra última en Aragón y Valencia. Tomo II, Imprenta del Colegio de Sordomudos, Madrid.
Rújula, P. 1995: “Movimientos contrarrevolucionarios en el Bajo Aragón: realismo, carlismo y descontento campesino”, Al-Qannis, nº 5, pp.85-112
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