sábado, 17 de marzo de 2012

ALCAÑIZ, 2 DE SEPTIEMBRE DE 1840


Alcañiz, 2 de Septiembre de 1840.
La explosión de un polvorín causa decenas  de muertos y destruye el centro de la ciudad.

El 2 de septiembre de 1840 la ciudad de Alcañiz sufrió una de las mayores tragedias de su historia, quizás solo comparable con el bombardeo de la población en marzo de 1938. La caída de un rayo a las 2 de la tarde de ese aciago día en un polvorín repleto de munición, que habían transportado a Alcañiz las tropas del general Espartero tras la finalización apenas hacía dos meses de la I Guerra Carlista, provocó en pleno centro de la ciudad una tremenda explosión que produjo 60 muertos, más de 200 heridos y la destrucción de numerosos edificios. Sin ninguna duda esa catástrofe, de suceder hoy, ocuparía las primeras páginas de los periódicos y noticiarios de todo el mundo.

 La imagen del centro de Alcañiz tras la explosión del polvorín en 1840 no sería muy distinta a la de este grabado de las ruinas de Zaragoza en la Guerra de la Independencia.

 Aunque se conocen varias descripciones y noticias sobre esa trágica jornada, sobre todo del siglo XIX, no se conocía con seguridad la ubicación exacta de ese polvorín, existiendo distintas hipótesis que la situaban en el barrio de los almudines o en otras zonas de la ciudad. La revisión en detalle de la documentación conservada y de varios planos de Alcañiz de esa misma época, hasta ahora inéditos, permiten localizar con bastante fiabilidad el lugar en el que sucedió la explosión.
En el diccionario de Pascual Madoz  (Madoz 1845, 412) publicado tan solo cinco años después de la tragedia, cuando se refiere al edificio y sala de la Corte situados en el interior de la Lonja, dice lo siguiente: “La horrorosa voladura acaecida por una exhalación que cayó en el almudí o alhóndiga nueva el día 2 de septiembre de 1840 lo arruinó considerablemente causando al mismo tiempo grandes daños en otros de los mejores edificios de la ciudad, y en un crecido número de casas… y las pérdidas todavía más dolorosas de 60 muertos y más de 100 heridos”.

Grietas en la fachada exterior de la capilla de la Soledad producidas por la enorme explosión del polvorín.

Veinte años después el dominico Nicolás Sancho al referirse a este suceso escribió en su historia de Alcañiz: “Además de haber causado como unos 60 muertos y 200 heridos contusos, padecieron extraordinariamente casi todos los edificios; y no solo los inmediatos al local de la explosión y en que todavía se encuentra una calle enteramente arruinada, si es que hasta los más distantes de la Ciudad. La Iglesia Colegial, a pesar de la solidez de sus muros y la robustez de sus arcos, se estremeció notablemente, resquebrajáronse sus bóvedas, hundiéronse algunas de sus capillas, y se hicieron astillas sus puertas y canceles”. También describe la “relación exacta de los efectos de guerra que existían en depósito provisional del Almudí”: cerca de 4.000 cartuchos de cañón, más de 27.000 cartuchos de fusil, 11.000 kilos de pólvora, miles de espoletas, lanzafuegos y cartuchos de fuegos artificiales (Sancho 1860, 12).



Un extraño hueco en el ángulo noroeste de la fachada de la Iglesia de Sta. María podría tener relación con el dato proporcionado por E.J. Taboada sobre el impacto de una gran piedra lanzada por la explosión del polvorín.
 A finales del siglo XIX el notario E. J. Taboada en su conocida obra “Mesa Revuelta”, publicada casi sesenta años después de la explosión del polvorín, da a conocer algunos otros datos de interés: “En la calle de Prunera no quedó casa en pie; además se perdieron totalmente el almudí, parador adjunto, el batán, una carnicería, el granero del depósito, el hospital, la casa de comedias y el rastro. En la iglesia mayor se destrozaron las vigas de los tejados, casi todas las puertas y ventanas; y esa mole de piedra que forma el templo conserva huellas de la terrible sacudida; grietas en la capilla de la Soledad, el hueco de una piedra que la conmoción arrojó a gran distancia, y fuera de su base una torrecilla de la magnífica portada. Las casas del Ayuntamiento sufrieron mucho, se desplomó la sala del Justicia y de la Corte, quedando sepultados en las ruinas el artesonado, frescos notales, cornisas y cuantos adornos de orden gótico tenía el palacio, y fue rareza que los hermosos arcos de la plaza no rindieran tributo a la muerte” (Taboada 1898, 59) .

Detalle de un plano inédito de Alcañiz realizado en 1846. Dentro del círculo con fondo verde se situa la Puerta de San Nicolás, la Plaza de España y la calle Pruneda sin salida al exterior. (Archivo General Militar de Madrid. Ministerio de Defensa)

      Sin embargo, la descripción que aporta datos más seguros para la ubicación del antiguo almudí, utilizado provisionalmente en el verano de 1840 como depósito de municiones, es posiblemente la de Gaspar Bono y Serrano en su “Miscelánea” en la que junto a una Elegía “A las ruinas de Alcañiz” escrita en octubre de 1840, es decir, al mes de siguiente de la tragedia, menciona la ubicación del polvorín junto a la puerta de San Nicolás  y señala que “además de matar sesenta personas, y herir cerca de doscientas, de gravedad la mayor parte, destruyó completamente la inmediata calle de la Prunera (llamada así por un pruno o ciruelo silvestre que hubo en ella antiguamente), el hospital de San Nicolás, el palacio de los Marqueses de Tosos, no pequeña parte de la muralla, y muchas casas y edificios, en fin y aun de los más lejanos del mencionado almacén” (Bono 1870, 135).

Detalle de una magnífica acuarela realizada en 1847 con una vista de Alcañiz  desde el Cabezo de Sta. Barbara, Dentro del círculo se observa la puerta de S. Nicolás y detrás de ella la Iglesia de Sta. María. (Archivo General Militar de Madrid. Ministerio de Defensa)
      La puerta de San Nicolás se situaba en el inicio de la actual calle Subida del Teatro, más o menos a la altura de la puerta principal de dicho edificio antes de la reciente reforma, y aparece claramente reflejada en otro dibujo inédito de la ciudad de Alcañiz realizado también en 1847 (tan solo siete años después de la catástrofe). Esta puerta disponía hasta entonces, tal como señala el propio Bono, de fortificaciones que se enlazarían con la muralla que todavía discurre por este sector de la ciudad oculta entre varios edificios. Muy cerca de ella se emplazaba el Hospital de San Nicolás de Bari construido en el solar de un antiguo corral de los dominicos “en un lugar saludable, sobre las murallas de Alcañiz, detrás de la Colegial donde ocupaba todo el montecico de la trasmontana” (Tabaoda 1898, 184) es decir, en la actual Plaza del Deán. Este gran edificio fue tan afectado por la explosión que tuvo que ser abandonado definitivamente y trasladado a otro próximo en la calle Infanzonía (Blasco 2008,24) en la actual sede de la Peña El Cachirulo, y los enfermos pobres al hospital de San Francisco.


El Hospital de San Nicolás de Bari se situaba en la actual Plaza del Deán, junto a la Iglesia de Sta. María y el tramo de murallas que todavía se conservan en esa zona
   El Palacio de los Marqueses de Tosos se emplazaba en el tramo superior de la Calle Mayor, subiendo a la izquierda, cerca de la Plaza de España y de la Lonja en cuyo interior se encontraba la sala del Justicia y de La Corte que también sufrieron graves desperfectos. Otros detalles como las grietas y destrozos ocasionados en la fachada norte de la capilla de la Soledad, el hueco producido en la Iglesia mayor por una gran piedra arrojada por la explosión, la destrucción total de la calle Pruneda y las afecciones a los edificios anteriormente citados, permiten localizar con bastante precisión el lugar de la tragedia. Con toda probabilidad el antiguo almudí y el polvorín que estalló el 2 de septiembre de 1840 se ubicaría en el mismo solar que hoy ocupa el Mercado central de Alcañiz.

La documentación del siglo XIX parace confirmar que el polvorín que explotó en 1840 se situaba en el solar del actual mercado central.

Bibliografía
Blasco, Rosa Mª, 2008: El Hospital de San Nicolás de Bari de Alcañiz (1418-1936). Alcañiz.
Bono, G., 1870: Miscelánea religiosa, política literaria en prosa y verso. Madrid
Madoz, P., 1845: Diccionario  Geográfico – Estadístico – Histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo I. Madrid.
Sancho, N., 1860: Descripción Histórica, Artística, detallada y circunstanciada de la Ciudad de Alcañiz y sus afueras. Alcañiz
Taboada, E.J., 1898: Mesa Revuelta. Apuntes de Alcañiz. Alcañiz.

1 comentario:

  1. sobre el hueco de la iglesia, mi padre 91 años, me dice que cuando era chico su tío que era sacristán vivía en el primer balcón encima del hueco y una vez cerrada la iglesia, para que les abriera la puerta, con una piedra de la calle, llamaban en ese hueco y les echaba la llave. Puede que hubiera un hueco originado por la explosión y que se utilizó a posteriori para el fin indicado.

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